Esther Cermira Peña Ríos
Esther Cermira Peña Ríos, 43 años, Valencia estado carabobo.
La migración es un paso muy difícil, Ya que la decisión en mi caso particular, no tenía otra opción. A pesar de ser dos países vecinos donde migre, ha cambiado mucho por qué es otra cultura, gastronomía, costumbres, otras palabras que tienen otros significados; conocía muchas cosas de este país a dónde emigre, porque mi madre es de aquí y le tocó ser migrante también en mi país; lo más importante no lo he dejado porque a pesar que estoy lejos, es solo físicamente porque mi corazón y mi alma siguen en Venezuela junto a mis seres queridos, los recuerdos a cada instante de Venezuela y Mis raíces, principios y valores es lo que llevo conmigo siempre dando lo mejor de mí y de mi país.
Mi madre y mi hermano mayor son de Colombia, no conocía esta gran nación personalmente, sino hasta hace 4 años. Pero crecí escuchando las historias de mi madre describiendo con tanta pasión, nostalgia, ternura y mucho amor su “pedacito de cielo” como siempre se refería a su añorada Colombia Y a dónde emigrar sino a esta patria que me dio a mi heroína: mi madre. Con altibajos como todo ya que al principio no fue fácil, pero con la mirada puesta en la meta, Con optimismo y perseverancia, se fueron abriendo las puertas que antes estaban blindadas. Había muchas piedras de tropiezo en el camino, pero con mucha fe en Dios que siempre nos envía ángeles con formas humanas a socorrernos.
A los 6 años el mejor amigo de mis padres, le pidió ayuda económica y mis padres le dijeron que se fuera a vivir con nosotros, que tenía trabajo, hospedaje y comida en nuestra finca; este amigo era de Colombia y al estar viviendo con nosotros. Me violó. él era el capataz de la finca de mis padres y cada vez que alguien en Colombia me habla mal de un venezolano, diciendo que vinimos a robar, destruir y matar... Me hacen revivir la violación que viví a mis 6 años... Porque para mí no todos los colombianos son violadores, ni son malos. Igual que los venezolanos, No todos son malos y para mí una persona que hace maldad no tiene identidad, para mí ese hombre que me violo no es colombiano sino un "violador" para mí colombian@s es con lo que crecí: mi madre y mi hermano mayor.
Quise compartir mi vivencia personal en esta etapa de tanta inocencia en mi vida; Por todos aquell@s: niñas, niños, hombres y mujeres que han sido víctimas de abuso sexual en esta travesía de la migración y han guardado silencio. Sintiendo vergüenza y de alguna forma culpa, cuando no son culpables de nada; Pero han callado y han sabido seguir adelante airosos a pesar de las heridas y haber perdido una batalla pero recuerden: no han perdido la guerra! ¡Siempre hacia adelante con la frente en alto! Con heridas y marcas en el alma que no son visibles pero que están allí latentes y en cualquier momento quieren salir a flor de piel y seguirnos haciendo daño; Pero No se den por vencidos, a pesar de lo difícil Y quizás no lo entendamos en el momento el ¿por qué? Pero esto que nos ayude a ser más fuertes e invencibles, no con odio, ni con rencor y mucho menos lástima hacia nosotros mismos, sino tratemos en lo posible de prevenir a otros para que no vivan lo que nos tocó a nosotros vivir.
Dentro de mis planes era traer a mi madre de 80 años, con discapacidad, colombiana retornada, que sirvió a mi país por 50 años en arduas labores sociales, a desamparados, personas con discapacidad, desahuciados de cáncer, sida y se los llevaba a nuestro hogar. Ganó un premio internacional en Venezuela, dejando el nombre de Colombia en alto y como en Venezuela no pude costear la parte de la salud, pañales, medicina, alimentos. Ahora desde Colombia hare todo lo posible para darle la mejor calidad de vida posible a esta gran mujer que hizo tanto por Venezuela, aun luchando por las cosas que ella requiere. Continuo con las ganas de cumplirle aquellos deseos que ella tenía ya que al tener Alzheimer se le dificulta, además deseo lograr llevarla viva a su natal Armenia Quindío con el resto de la familia que aún vive y el libro que tanto quiso escribir para dejar plasmada sus raíces y su experiencia como migrante en Venezuela y lo agradecida que estuvo 5 décadas en mi país donde se casó, Tuvo tres hijos más y donde perdió la memoria.
Migrar no es fácil, pero tampoco imposible y de la mano de Dios cada noche oscura y fría siempre tendrá un hermoso amanecer lleno de Esperanza para seguir el recorrido a la meta que te hayas trazado, hay días llenos de incertidumbre, sin luz en el horizonte, pero no te rindas. Debemos tener presente siempre que Dios le da las más duras batallas a sus más valientes guerreros. Solo resistir un poco más y las bendiciones empezarán a llover sin parar.